- Laura Pérez
- 10 may 2021
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Sonríes fuertemente como si la vida te fuera en ello. Porque sí, aunque parezca tonto es cierto eso de que la actitud lo es todo. Mientras que por dentro igual sientes como se desmorona de a pocos una parte de ti.
Entonces juntas todas tus fuerzas y te das cuenta de que hay días que llegan y días que no. Días que te encuentras riéndote de algún pensamiento ridículo y días en los que suspiras escuchando una canción, y entre tanto el tiempo no pasa. O pasa fugaz.
Cuando sales por la puerta sin tu sonrisa te miran como si fueras otra persona. Y está bien, está bien hundirse de vez en cuando para no sentir esa presión a diario a la que te sometes. Pero las expectativas te hacen intentarlo una vez más y eso frustra. Porque hay una diferencia enorme entre apoyar a alguien cuando está mal y hacer que se sienta obligado a no estarlo, creyendo que así le ayudas. Todos deberíamos trabajar en ello.