El cuento de la oruga
- Laura Pérez
- 8 jul 2021
- 1 Min. de lectura
Conocí, pongamos pues, una oruga una vez. Se veía bien feliz. Completa.
Un día, como le puede ocurrir a cualquiera, algo se desestructuró en su vida. Ya no había el brillo del amor en sus ojos, pero hay más. La oruga comenzó a arrastrar inseguridades. Y es que cuando un ciclo se cierra, si se hace mal, las dudas empiezan a opacar el lugar del amor propio.
Siempre habrá quien eche la culpa a las personas que dicen adiós, yo prefiero atribuir toda responsabilidad a nuestra oruga, en este caso.
Un día dije a mi amiga, "querida, en la vida te cruzarás con mil orugas más, está en ti permitir que las expectativas que les pones te vayan a causar dolor o generen aprendizaje."
Os diré más, quizá el problema esté en que ponemos expectativas, en lugar de fluir.
Con el tiempo fueron llegando los cambios, y entonces la oruga pasó de arrastrarse a volar, ya convertida en mariposa. Y fue entonces cuando descubrió que unos días el vuelo sería alto, mientras que otros no. Pero así iba a ser siempre.
Es en ese punto cuando, siendo consciente de las olas de la vida, aprendes a vivir.
Yo soy esa oruga, y tú también. Date oportunidades para fallar, aprender, crecer y vivir.
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